Reflexiones

Se me la vida

Sentado en una montaña había un hombre de unos 50 años. Hacía mucho frío y el café de la mañana ya casi se había congelado.

De repente se puso nostálgico y no entendía el porqué de ese cambio tan repentino.

Era un día cualquiera, no sucedía nada raro y a pesar de las bajas temperaturas el sol asomaba a ratos.

Todo era quietud, como de costumbre. Subía a la montaña porque era su trabajo. Lo había hecho por más de 20 años.

Mas hoy era un día raro. Un día en donde aquello le parecía desconocido, que no era parte de su vida, ni de su rutina.

-¡Hoy creo que necesito más café de lo habitual!, exclamó a la nada.

Entonces por primera vez se escuchó pidiendo y se asustó. Nunca pido nada. Mucho menos en voz alta.

Asustado por su extraño comportamiento decidió regresar a casa. Fueron treinta minutos eternos. Sentía más frío del que podía soportar. Subió la calefacción del auto y buscó compañía en una estación de radio.

Su cabeza seguía con pensamientos incesantes, como preocupado y con confusión.

Como lobo herido regresó a su guarida. Después de observar el color de las paredes, los pocos cuadros en la sala y percatarse de lo vieja que estaba la estufa, entendió que se le estaba yendo la vida.

Hacía un año no veía a su madre, había decidido no volver a adoptar mascotas por la pérdida de su Labrador Maxi, y a sus dos hijas les había prometido verlas esta próxima Navidad, aunque sabía que una vez más incimpliría con lo prometido.

-Se me va la vida, pensó.

-Estoy escapando de mis tristezas. Me estoy alejando de lo que quiero, estoy huyendo de mi realidad.

Desafortunadamente ya no podré recuperar el tiempo perdido, ni podré cumplir las promesas que no cumplí.

Afortunadamente si Dios quiere me quedará mucho tiempo para resarcir el daño que le hecho a mis hijas con mi ausencia.

Tomó el teléfono e hizo una llamada. No pudo contener las lágrimas al enterarse que va a ser abuelo.

El Universo no te fuerza. El Universo te manda señales. Tú decides si te atreves a luchar por tu felicidad.

Huir de la realidad no es la mejor opción. Afrontar nuestra realidad sí lo es.

Por duro que parezca siempre hay un camino.

Llegó la Navidad, para esa fecha ya había visitado a su madre, a buenos amigos y estaba sentado en la mesa con adornos blancos, con la familia que había creado con tanto amor cuando no se escondía de la vida.


Yaneli Morales

Noviembre 4 2021

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