Tiene la mirada limpia, cristalina,
una sonrisa indomable, sublime,
pero las alas marchitas, atadas,
a un pasado que no deja ir.
Se le ve venir como a la luna,
envuelta en soledad, divina,
cantando el llanto, otra noche,
otra noche y tú no estás.
Le acompañan las estrellas,
rechaza el brillo, ¡insolentes!,
respeten mi duelo, duele,
sola, otra vez vuelve a llorar.
No siente temor, ni rencor, ni odio
ni inquina, es quebranto de amor,
es una pena rasgando el alma,
sólo el tiempo, volverá a dar vida.
Yaneli Morales.