Tiemblan mis manos, pero no mis ganas,
ni mi aliento, ni mi brío, ni mi luz.
Porque el miedo, a no haberlo intentado,
ese, ese si me deja sin reflejos.
La oportunidad que tengo hoy,
no me garantiza, que regresará mañana.
Entonces yo me garantizo,
que la tomaré hoy; entre mis manos
temblorosas, para no padecerla, mucho
menos, para extrañarla. Tiemblan mis
manos, tengo que recuperar el tiempo,
olvidar la lágrima derramada sin dolor, sólo
cargada de una constante expectativa, que
ni siquiera duele, pero ciega. Ciega la
lágrima seca, la que no da frutos. Tiemblan
mis manos, con tan sólo pensar, que pude
haberte perdido, por cargar con un pasado
enfurecido, que ya no se acuerda de mí, de
lo mucho que le di, ni siquiera, de lo que por
cargarlo a mis espaldas, he perdido. Cuando
vas con miedos, o aprendes a vencerle, o te
devora, lentamente, reduciendo tu existencia
a ser esclavo de lo que te paraliza. Tiemblan
mis manos, de los fuertes aplausos, que me
concedo. Porque lo he conseguido.
Yaneli Morales.