Ayer me explicaron algo interesante y lo voy a explicar como yo lo entendí. Si un huevo no rompe, no nace un pollito. Si no nos rompemos, no entra la luz. Quiere decir que cuando nacemos somos seres de luz pero oscuros y vacíos por dentro. No poseemos conocimiento alguno. Esos regaños de mamá y papá, esas caídas que se van traduciendo en lágrimas y pequeñas heridas, son las que permiten que entren de una en una las lecciones que luego servirán para afrontar una vida de adultos. Es por eso que debes agradecer cada pequeño corte. Por ese corte ha entrado la sabiduría que vas acumulando con el pasar de los años para alcanzar una vida plena. No es castigo, ni es maldición. Es sabiduría acumulada. Pero esas heridas cicatrizan y es entonces cuando ese conocimiento debe ser compartido. Porque si se queda dentro, muere.
Aprender a escuchar también es importante.
Yaneli Morales