Cuántas personas conocemos que van vestida de manera impoluta, que si visitas su casa es todo blanco y en perfecta armonía y simetría? Pero llega la hora en que no concuerda esa apariencia de que soy un santo/a en comparación con el veneno que destila.
Todos seguramente conocemos a una persona así. Es hora de decirle que agradecemos más que sea una buena persona; porque seguro no nació malo, y no que cubra de blanco su malicia.
Y si es cierto que en la viña del señor tiene que haber de todo, también es cierto que tenemos la opción de no rodearnos de todo.
Las apariencias engañan, desafortunadamente para bien y para mal.
Yaneli Morales©
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