Todos andan en busca del gran tesoro y la mayoría olvida dónde guarda la autoestima.
La autoestima no es un concepto, ni una descripción gráfica de algo. Sencillamente es tu yo, con tus listones y sobre todo con tu dignidad.
Es tu yin yang y también son las respuestas correctas que no te harán padecer de depresión, de lamentos. Es tu verbo, tu sabiduría y tus cicatrices a flor de piel. Tu saber estar y tu saber dónde no quieres estar.
Tu autoestima no es tu virginidad que tienes que cuidarla si no por el contrario tu curriculum con años de experiencia. Es tu anillo de compromiso, para contigo mismo. Para mantener el orden y la paz en un mundo que se cae a pedazos por seguir modas y caudillos.
Es la crema que te humecta la piel y deja un aroma agradable. No cabe en un bolso pero si en tu cerebro. Tampoco cabe en un bolsillo. Porque eres tú multiplicado por un infinito de oportunidades y a la misma vez por uno.
El tesoro que no encuentras está dentro de ti, esperando por ti.
A veces uno olvida por qué empezó porque las circunstancias cambian y uno cambia y el entorno se vuelve más apacible.
Incluso vas entendiendo que la vida no castiga.
A veces uno olvida las malas jugadas, los desamores, las frustraciones y el enojo.
A ratos recuerdas de dónde saliste pero no se pone uno a meditar cuánto ha caminado para encontrar ese pedazo de paz que no tiene precio.
Pero lo que sí nunca se debe olvidar es que el hoy es un día menos.
Ese es el motor. ¡Hoy es un día menos!
Un día menos que tenemos para disfrutar esa taza de té 🍵 o café ☕️ que tanto nos gusta, para oler la tierra mojada y esos frijoles que vamos dejando para una ocasión especial.
Un día menos para lucir esa braguita que tienes guardada y el perfume que no quieres que se acabe para no verte en la obligación de comprar otro porque es tu favorito.
Y los sueños en una gaveta que no se abre buscando justificación una tras otra. Para no moverte, para no forzarte a salir de tu zona de confort.
Pero sabes qué, va a ver un período de tu vida que recordarás que hoy era un día menos donde tenías que haber hecho mucho más.
En esos días la mayoría se arrepiente de haber usado la expresión continuamente, «es un día a la vez».
Porque no es un día a la vez. Es una vida para vivirla. A plenitud. Con la esperanza de que es un día menos pero con el favor de Dios serán muchos muchos muchos días por restar.
A mi abuela nunca le importó ser despreciada por haberse casado con un blanco, no le importó que luego sus mismos hijos la despreciaran por luchar por su felicidad.
No le importó ni el capitalismo ni el comunismo y siempre fue una mujer próspera.
Con toda la fe puesta en el Corazón de Jesús, en su Santa Bárbara y su San Lázaro.
Mi abuela tiene 97 años y hace dos días, precisamente por su cumpleaños, escuché sus ganas aún de vivir.
Porque los grandes siempre han tenido el control sobre los pequeños, pero los pequeños que han sabido crecerse ante no matter what, no creen en grandes.
Creen en Dios que tiene el control.
Porque las bendiciones no son terrenales y eso lo aprendí de mi abuela.
Pero hay que trabajar, enfocarse y dejar el miedo en la gaveta, en la misma gaveta dónde se guardan las balas.
Hoy le pido a los Reyes Magos que nos traigan de vuelta el decoro. Ese que se nos ha perdido.
Vivimos en una sociedad donde creemos que vamos alcanzando el desarrollo pero cada día existe menos respeto.
No basta con aparentar buenos modales, tener un IPhone inteligente y un léxico impoluto, si detrás de toda esa parafernalia se pierde lo básico, el saber ser parte, ser leal incluso fiel.
Ya casi nada tiene valor, todo tiene un precio. Hasta cierto punto está bien porque es alcanzable, pero desde otro ángulo, se pierde lo que era casi divino.
No son los años, son los hechos lo que me llevan a casi asegurar que la cultura occidental está muy perdida.
Como decían en mi país, estamos confundiendo la libertad con libertinaje. Y muy descaradamente.
También entiendo que el respeto conlleva un grado de sumisión que con los egos tan desmedidos de hoy en día, se riñen como perros y gatos.
Pero que elegante cuando se hablaba al oído y se hacía un esfuerzo al menos por entender al otro.
Que seductor aquellos tiempos cuando sabías que podías confiar en la palabra de las personas sin contratos de por medio.
Hay que adaptarse a los nuevos tiempos dicen.
Yo seguiré con mis añoranzas y que los nuevos tiempos se adapten a mis protestas y a mis sentimientos encontrados.
Yo seguiré venerando y pidiendo por más miramientos, menos ego.
Más libertad, más consideración.
De cualquier manera me quedo con las palabras de nuestro querido Apóstol José Martí.
«Hay hombres que viven contentos aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro, como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana.»
Me gusta el hombre que sea hombre más allá de su preferencia sexual, admiro a la mujer;contrario a lo que se dice y se cree, movemos los hilos de este mundo. Me gusta el blanco y el negro;el negro y el blanco, mezclado. Aborrezco las religiones pero amo a Dios. Me gusta el que no piensa cómo debe ser,simplemente es y se arriesga a que lo juzguen por no llevar caretas ni tendencias. Me gusta la Vida con sus resbalones y sus colores; nos enseñaron que no es fácil, y no lo es pero no porque sea difícil deja de tener valor,exactamente el valor está en beberla y no derramarla. Me gusta el aire que respiro porque no conoce de sexo, ni de raza ,ni de dolor. Me gusta este segundo, puede que no alcances a leerme pero en este segundo ya escribí. Me gusta el río más que el mar y el alma limpia más que el corazón en llamas.
A quien hoy sufre por un pasado que se levante por un presente. Queda mucho por vivir.